martes, 8 de junio de 2010

Amor a uno mismo (parte 4)

Segundo examen:

Si amarme a mí mismo es aceptarme, enriquecerme y darme, ¿qué es amar al otro?
Amar al otro NO es aceptarlo, enriquecerlo y darle.

Recordar: "ama a tu prójimo como a ti mismo"; entonces amar al otro es que él se acepte, que se enriquezca y que se dé.

Amar a otro es que, por estar en mi vida, él se acepte más, que también haga el esfuerzo de enriquecerse como persona y que aprenda a darse a los demás.

Ciertamente, aceptando al otro lo ayudo para que él se acepte. Enriqueciendo al otro también lo puedo ayudar a que se enriquezca. Y dándole al otro, también lo ayudo a que aprenda a darse a los demás. Pero aceptarlo, enriquecerlo y darle no es el fin del amor al otro, es un medio para amar al otro.

Yo sé que mis hijos son mejores porque ellos se aceptan a sí mismos, buscan enriquecerse como personas y se dan mejor a los demás.

Que bueno que por haberte cruzado en mi vida, te aceptaste más, te enriqueciste y aprendiste a darte un poco mejor a los demás.

Amar a los otros es ayudarlos a que hagan lo mismo que nosotros tenemos que hacer.

Si quiero que mis hijos recen, ellos tienen que verme rezar. Si quiero que mis hijos se enriquezcan leyendo, tienen que verme leer. Para contagiar a otro que se acepte a sí mismo, tengo que aceptarme a mí mismo.

Si quiero lograr que otros se acepten, se enriquezcan y se den, tengo que hacerlo primero yo.

El compromiso por aceptarme, enriquecerme y darme es lo mejor que puedo hacer para que los que me rodean puedan hacer lo mismo contagiándose de mí. Y, en la medida en que yo pueda, servir a que cada uno de ellos haga eso.

Amarse a uno mismo no tiene nada que ver con el egoísmo. Amarse a uno mismo es mucha labor, mucho trabajo y mucha dedicación a cambiar lo que tengo que cambiar, a aceptar lo que no puedo cambiar y estar todo el tiempo dándome cuenta qué tengo que modificar y qué tengo que aceptar. Amarse a uno mismo es un compromiso de vida. El egoísta no se toma todo este trabajo. Al egoísta no le importa lo que piensen los otros. Cuando me amo a mí mismo, escucho a los demás a ver si en algo ellos ven lo que yo no veo y siempre estoy abierto a escuchar.

Para amarse a uno mismo y amar bien al otro se requiere lo siguiente: El camino para el amor.

Sólo cuando estás bien contigo mismo puedes estar bien con los demás. Sólo cuando manejas tu soledad puedes manejar una relación. Necesitas valorarte para valorar, quererte para querer, respetarte para respetar, y aceptarte para aceptar, ya que nadie da lo que no tiene dentro de sí. Ninguna relación podrá darte la paz que tú tienes que crear en tu interior. Ninguna relación te brindará felicidad que tú no construyas. Sólo podrás ser feliz con otra persona cuando seas capaz de decirle con total convencimiento: "No te necesito para ser feliz".

Sólo podrás amar siendo independiente, hasta el punto de no tener que manipular ni manejar a los que dices amar. Sólo se produce más felicidad en pareja, cuando dos personas felices se unen para compartir su felicidad, no para hacerse feliz la una a la otra. Para amar necesitas una humilde autosuficiencia, necesitas autoestima y la práctica de una libertad responsable. Pretender que otra persona nos haga felices y llene todas nuestras expectativas es una fantasía narcisista que sólo trae frustraciones. Por eso, ámate mucho, madura, y cuando puedas decirle al otro: "Sin ti también la paso muy bien"... ese día estarás en mejores condiciones para vivir en pareja. Pero no se te ocurra agredirlo, verbalizando esto frente a él o ella, si sabes que de no comprenderlo, herirías innecesariamente sus sentimientos. No se trata de desprecio al otro. No significa que no quieres estar con tu pareja, pero no dependes de ella para ser feliz.

El amor a uno mismo implica cierto amor a la soledad. Una cosa es ser solitario (estar en ausencia de los otros, lo cual nunca es bueno) y otra es estar en soledad (estar en presencia de uno mismo). Saber estar en soledad es un arte, como aprender a vivir.

Si sé estar en soledad y puedo estar bien conmigo mismo, cuando voy al otro le llevo lo mejor de mí. En cambio, si me siento vacío, que no sé estar en soledad y que quiero que alguien llene mi tiempo y mi vida, termino dependiendo o creando dependencias con el otro.

En esta vida necesitamos a personas que se amen a sí mismas. Necesitamos personas que sabiéndose amar a sí mismas contagien la felicidad que cada uno va creando. Y si me cuesta, no busco que el otro me la dé, pero si trato de aprender del otro dándome y dándonos mútuamente para poder crecer juntos.

Todos somos alumnos y maestros. Algo vinimos a aprender y algo vinimos a enseñar. El secreto es descubrirlo. Por eso, amémonos a nosotros y preguntémonos qué vinimos a aprender a esta vida y qué vinimos a enseñar. Yo necesito de lo que tu me puedas enseñar y si estoy aquí con todo amor es por que vine a compartir lo que vine a enseñar.

Si empezamos a crear esto entre nosotros, sin esperar a que el otro me dé todo, sino también compartir lo mejor de mí, entonces seremos todos alumnos unos de los otros y maestros los unos de los otros. Cuando hagamos esto y vayamos aprendiendo a darnos a nosotros más, contagiaremos este deseo y compromiso de ser mejores.

Esto es lo que significa "Amar al otro como a uno mismo".

[Transcripción de conferencia de Roberto Pérez]

No hay comentarios.:

Publicar un comentario