martes, 8 de junio de 2010

Amor a uno mismo (parte 3)

Examen:

¿Qué pasa si yo me acepto, me enriquezco y no me doy?
Soy un egoísta.

¿Qué pasa si yo me acepto, me doy pero no me enriquezco?
No tengo nada para compartir porque estoy vacío. La falta de enriquecimiento personal hace que me falte lo nutritivo para compartir.

¿Qué pasa si yo me enriquezco, me doy pero no me acepto a mí mismo?
Al no aceptarme, no me valoro y no me conozco. Cuando me doy, no doy lo mejor de mí, doy lo que el otro necesita. No soy feliz.
La persona que se enriquece y se da, pero no se acepta a sí misma vive mendigando la aceptación de los demás.
Si no me acepto a mí mismo, me doy y me enriquezco, en realidad, me enriquezco para el otro; para que el otro me quiera. Como yo no me quiero a mí, estoy necesitando que otro me quiera, entonces voy a hacer todo lo que a otro le gusta para que me quiera. Como no me acepto a mí, necesito la aceptación de otro, entonces yo me voy a enriquecer en lo que al otro le importe, no en lo que yo sienta para mi. Y vivo dependiente del otro.
Una madre que no se acepta a sí misma nunca va a ser una buena madre, porque como va a mendigar la aceptación del otro no va a poner los límites claros. Como necesita que el otro la quiera y la acepte, nunca dice todo lo que tiene que decir.
Un amigo nunca va a ser un buen amigo si no se acepta a sí mismo, porque dice cosas pero nunca dice más allá por miedo a que se ofenda y se vaya, porque necesita que lo quieran y que lo acepten. No es franco ni directo para decir todo lo que tiene que decir.
La persona que no se acepta a sí misma no sabe amar.
Si yo no me acepto a mí mismo y necesito la aceptación de mi pareja, voy a terminar haciendo todo lo que le gusta para que no me deje, para que no se vaya, para que me quiera, para que me acepte como soy; y voy viviendo mendigando la aceptación del otro, cayendo en la sumisión.
Muchas veces, para ser aceptados por su grupo, los jóvenes terminan haciendo cosas indebidas. ¿Será que los jóvenes no se aceptan a ellos mismos porque los adultos no se aceptan a sí mismos?, ¿será que los adultos les contagian una no aceptación? Qué lindo es ser feliz por ser adultos. Qué lindo poder decir que tengo la edad que tengo y soy feliz. Qué bueno demostrarles a los jóvenes que vale la pena ser adulto, no con una cara quejosa, con una cara de indigestión todo el tiempo.
¿Será que a los adultos nos falta aceptarnos como somos?, ¿será que si nos aceptamos bien a nosotros y no mendigamos la aceptación de nadie, le contagiamos a nuestros hijos que tienen que ir por la vida no esperando la aceptación de ningún grupo ni de nadie porque ellos valen por sí mismos? Si yo quiero esto para mis hijos y para los jóvenes, tengo que empezar por mi.
Por eso, cuando no me acepto a mí mismo, me enriquezco y me doy para el otro; entonces vivo para el otro, pero no soy yo y no soy feliz realmente.
Aceptarme a mí mismo me permite amar bien. A mayor aceptación, yo me enriquezco como persona para dar lo mejor de mi. No me enriquezco para el otro. No vivo para el otro. Vivo con el otro.

Ya sé qué es amarme a mí mismo, entonces ¿qué es amar al otro?

(Continuará...)

[Transcripción de conferencia de Roberto Pérez]

No hay comentarios.:

Publicar un comentario