jueves, 5 de agosto de 2010

Ideal de vida (parte 2)

Compromiso con la vida
\/
Ideal de vida y Misión de vida
(que no es igual a un Plan o proyecto de vida)
\/
¿Para qué estoy en la vida? ¿Qué vine a hacer? ¿Qué vine a aportar?
\/
Propósito y sentido de la vida
\/
Tomar la vida en las manos

SENTIDOS DE LA ÉTICA:
Lo que se ve - Lo que no se ve
Visible/ocupado - Invisible/vacío
Sonidos - Silencios
Lo material - Lo espiritual
La belleza física - Los valores
Lo superfluo - Lo esencial
Lo físico - Lo que se quiere en la vida
Plan o Proyecto de vida - Ideal y Misión de vida
Lo urgente - Lo importante
Modo de vivir - Manera de ser
Los actos - Las actitudes
Los actos humanos - Comportamiento humano
Normas/Leyes - Principios/Valores
Cumplimiento - Convicción/Compromiso
Cantidad - Calidad
Tener - Ser
Ambición - Aspiración
Premios/Castigos - Consecuencias/Resultados
Éxito/Interés - Vivir un ideal

Aprender a vivir también requiere aprender a ver lo invisible.
Si no sabes a qué has venido a la vida, seguramente estás tocando la música de otro o estás haciendo ruido.
Es feliz el que sabe por qué y para qué hace lo que hace. Es feliz el que conoce el sentido de lo que hace. Hace las cosas con ganas, con entusiasmo, con motivación... tiene motivos.

El que piensa en positivo ve lo invisible, siente lo intangible y consigue lo imposible.
Mi actitud puede hacer que logre lo imposible.

Lo importante es poner lo invisible en función de lo visible, determinar la cantidad en función de la calidad, el tener en función del ser. Tener más en función de ser mejor y ayudar a que los demás sean mejores.

Una persona o una comunidad plena es la que pone la cantidad en función de la calidad, el tener más en función del ser mejor. Está bien tener éxito en lo que se quiera, en la medida en que esté en función de un ideal de vida.

La ambición: es cuantitativa y tiene que ver con correr tras lo que ves. La persona ambiciosa siempre está ansiosa por querer algo más.
La aspiración: tal como inspirar, es llenarse adentro. Como aspirar el aire y llenarse adentro. Tiene que ver con un sentido cualitativo.
En la vida, ten ambiciones, pero también ten grandes aspiraciones. Pon las ambiciones en función de las aspiraciones. Que todo lo que tengamos sea para ser mejores y para ayudar a que los demás también sean mejores. Si hacemos esto como personas o como comunidad, el desarrollo estará garantizado.

El que vive atento solamente a hacer los actos correctos, vive solo para cumplir. El que hace las cosas por cumplimiento (cumplo y miento) no las hace por convicción; las hace para cumplir una norma, que no le castiguen, para que no le llamen la atención o para no tener problemas y solo las va a hace mientras esté vigilado. Esta es una persona que solo vive en función de lo cuantitativo.

La persona que se maneja cualitativamente, se maneja por valores no por normas. Para ella lo importante no es el cumplimiento, sino el compromiso.

En esta vida, nadie tiene que cumplir. Todos tenemos que comprometernos con nosotros mismos y con la vida, motivados por valores fundamentales.

Es insensato andar por la vida solo pendiente de cumplir, porque en definitiva no hay premios ni castigos... solo hay consecuencias.

La persona que solo tiene una mirada cuantitativa de la vida no se mueve por valores, ni siquiera se mueve por cumplir las normas, se mueve por sus intereses. Esta persona es capaz de modificar los valores que dice tener a conveniencia de sus intereses. Solamente busca su beneficio. Solamente busca el éxito.

Cada quien elige: o te manejas por intereses o te manejas por valores.

Muy diferente es la persona cuyos intereses personales están en función de los valores. Esa persona crecerá bien y beneficia también a todos los que lo rodean.

La persona que se maneja con una mirada cuantitativa de la vida, lo que le importa es el éxito.
La persona que se maneja con una mirada cualitativa de la vida, lo que le importa es vivir un ideal en su vida.

Entonces, ¿está mal tener éxito o ser exitoso en lo que uno quiere? R: No está mal en la medida en la que ese éxito esté en función de un ideal de vida. El éxito de una persona que pone ese éxito en función de un ideal, le va a hacer bien a sí mismo y a todos los que le rodean; garantiza un mundo mejor.

La persona que persigue el éxito por el puro éxito, no contribuye.


(Continuará...)

[Notas de conferencia de Roberto Pérez]

lunes, 21 de junio de 2010

Ideal de vida (parte 1)

En las entradas anteriores "Amor a uno mismo" (partes 1 a la 4) se profundizó sobre el compromiso con uno mismo. En esta entrada se detallará sobre el compromiso con la vida, que tiene que ver con el ideal y la misión de cada uno.

Debemos recordar las tres preguntas fundamentales: ¿quién soy?, ¿para qué estoy? y ¿para dónde voy?
Vamos a responder el "para qué estoy", es decir, la misión, el propósito y el sentido de nuestra vida. La claridad que tengamos en este tema nos permite comprometernos mejor. "A mayor claridad, mayor conciencia; y a mayor conciencia, mayor capacidad para el compromiso". Esto se trata sobre "tomar la vida en nuestras manos".

¿Cuál es el número que hace que una mano sea una mano? Respuesta: nueve...
Resulta importante tener en cuenta que para que una mano sea una mano, no solo hacen falta los cinco dedos, hacen falta también los cuatro espacios entre los dedos. Si no fuera por los espacios, no fuera una mano, fuera una palma como la de los palmípedos (gansos, patos, etc.), con membranas entre las falanges.
Lo que vemos naturalmente es lo que tenemos por delante que son solo los cinco dedos, pero los espacios también son parte de la mano. Lo invisible también es parte de la realidad. Para conocer la realidad tenemos que aprender a ver lo visible y lo invisible. Si no vemos los espacios, en realidad no vemos la mano.
Para que una canción sea una canción se requiere de silencio y sonido. Si no hay silencio, todo es ruido. No basta sólo el sonido.
Para conocer a una persona no solo tenemos que ver lo que vemos, sino lo que no vemos de ellas, que también forma parte importante de su realidad. Los valores que no puedo tocar, lo que las personas aman, lo que quieren en la vida, también es parte de su realidad.
¿Será que lo esencial es invisible a los ojos?
¿Será que lo que no vemos es más importante que lo que vemos?
¿Será que la belleza física y los dones corporales que tenemos, solo son la manifestación de lo que tenemos interiormente?
¿Será que trabajar en nosotros interiormente es tan o más importante que tener un cuerpo sano?

Aprender a ver lo invisible, que es parte de la realidad, es también aprender a vivir. Por lo tanto hablar de mi ideal de vida y de mi misión en la vida es fundamental. Uno está mejor plantado en la vida si vive una vida con propósito y con sentido.

Según estudio de la mayoría de las culturas antiguas, siempre hubo dos temas centrales. Primero: que los jóvenes supieran cuanto antes para qué había venido; porque si uno no sabe a qué ha venido a esta vida, termina tocando la música de otro o se la pasa haciendo ruido. Tocar mi propia música es hacer lo que vine a hacer en la vida. Lo primero que le interesaba a estos pueblos era cuál es la misión de cada persona, qué venía a aportar, qué venía a dar. La segunda preocupación de las comunidades antiguas era que las personas eligieran a la pareja que fuera su mejor compañera o compañero de viaje en la vida, para que mutuamente se ayuden a cumplir su misión personal. No sea que pusieran a su lado a alguien que sea el obstáculo más difícil para realizar su misión en la vida.

Una metáfora: Tres albañiles estaban construyendo algo. Se acerca una persona y le pregunta al primer albañil y le pregunta: Señor, ¿qué está haciendo?; y le contesta de mala gana: ¿no se da cuenta de lo que hago? ¡es obvio!, pongo un ladrillo sobre otro. Va hacia el segundo albañil y le pregunta lo mismo, y le contesta: ¡estoy levantando una pared!. Va hacia el tercero y lo encuentra cantando, lo recibe limpiándose las manos para saludarlo alegremente. Le pregunta: Señor, ¿qué está haciendo?; y le contesta con orgullo: ¡estoy edificando una escuela que va a ayudar a que muchos niños tengan el conocimiento que yo no tuve! ¡y siempre voy a recordar que fui parte de esta escuela! ¡con cada ladrillo que coloco pienso en la escuela que estoy construyendo!
Los tres albañiles realizaban la misma actividad, pero el tercero sabía para qué lo hacía. Y como sabía el sentido de lo que hacía, estaba feliz, tenía ganas y tenía entusiasmo. Hay gente en la vida que se la pasa poniendo ladrillos y habemos otros que edificamos.

El que piensa en positivo, ve lo invisible, siente lo intangible y consigue lo imposible.
Por lo tanto, la actitud que tenga en la vida va a hacer que realmente pueda lograr lo imposible. Mi actitud, que no se ve, es la fuerza que hace que lo logre.

¿Qué es el ideal de vida? ¿qué es la misión en la vida? ¿cómo saber cuál es mi ideal y mi misión en la vida?

(Continuará...)

[Transcripción de conferencia de Roberto Pérez]

jueves, 10 de junio de 2010

Asertividad

La asertividad se define como: "la habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás. Negociando con ellos su cumplimiento".

Está en el tercer vértice de un triángulo en el que los otros dos son la pasividad y la agresividad. Situados en el vértice de la pasividad evitamos decir o pedir lo que queremos o nos gusta, en la agresividad lo hacemos de forma tan violenta que nos descalificamos nosotros mismos.

Emplear la asertividad es saber pedir, saber negarse, negociar y ser flexible para poder conseguir lo que se quiere, respetando los derechos del otro y expresando nuestros sentimientos de forma clara. La asertividad consiste también en hacer y recibir cumplidos, y en hacer y aceptar quejas.

Existen técnicas y reglas que aprendidas y aplicadas nos permiten ejercerla de forma eficiente. Para ello hay que prepararse a negociar y hay que cumplir las reglas que implican una negociación eficiente. Existen también técnicas simples como el banco de niebla o asentir en principio, y el disco rayado, que nos facilitan su ejercicio concreto y cotidiano. Para poder ejercitar la asertividad tenemos que tener capacidad de negociación. En la negociación se intenta conseguir lo que se quiere con el beneplácito del otro, que lógicamente también va a tener sus beneficios.

martes, 8 de junio de 2010

Un pequeño secreto para guardar en el corazón

El diálogo de los cuerpos siempre supone el diálogo de las almas.

Cuando el diálogo del cuerpo es la expresión del diálogo del alma, el matrimonio es feliz, la pareja es dichosa.

Muchas veces el diálogo del cuerpo reemplaza al diálogo del alma. Hay muchas veces donde el diálogo del cuerpo ya no es la expresión del diálogo interior. Y cuando esto pasa, la vida matrimonial tiene los días contados, porque no se sostiene con eso.

Preocupémonos por el diálogo interior y el del cuerpo se expresará solo. Si te preocupas del diálogo del cuerpo y no por el del alma, a la larga se empobrece también el del cuerpo.

[Transcripción de conferencia de Roberto Pérez]

Amor a uno mismo (parte 4)

Segundo examen:

Si amarme a mí mismo es aceptarme, enriquecerme y darme, ¿qué es amar al otro?
Amar al otro NO es aceptarlo, enriquecerlo y darle.

Recordar: "ama a tu prójimo como a ti mismo"; entonces amar al otro es que él se acepte, que se enriquezca y que se dé.

Amar a otro es que, por estar en mi vida, él se acepte más, que también haga el esfuerzo de enriquecerse como persona y que aprenda a darse a los demás.

Ciertamente, aceptando al otro lo ayudo para que él se acepte. Enriqueciendo al otro también lo puedo ayudar a que se enriquezca. Y dándole al otro, también lo ayudo a que aprenda a darse a los demás. Pero aceptarlo, enriquecerlo y darle no es el fin del amor al otro, es un medio para amar al otro.

Yo sé que mis hijos son mejores porque ellos se aceptan a sí mismos, buscan enriquecerse como personas y se dan mejor a los demás.

Que bueno que por haberte cruzado en mi vida, te aceptaste más, te enriqueciste y aprendiste a darte un poco mejor a los demás.

Amar a los otros es ayudarlos a que hagan lo mismo que nosotros tenemos que hacer.

Si quiero que mis hijos recen, ellos tienen que verme rezar. Si quiero que mis hijos se enriquezcan leyendo, tienen que verme leer. Para contagiar a otro que se acepte a sí mismo, tengo que aceptarme a mí mismo.

Si quiero lograr que otros se acepten, se enriquezcan y se den, tengo que hacerlo primero yo.

El compromiso por aceptarme, enriquecerme y darme es lo mejor que puedo hacer para que los que me rodean puedan hacer lo mismo contagiándose de mí. Y, en la medida en que yo pueda, servir a que cada uno de ellos haga eso.

Amarse a uno mismo no tiene nada que ver con el egoísmo. Amarse a uno mismo es mucha labor, mucho trabajo y mucha dedicación a cambiar lo que tengo que cambiar, a aceptar lo que no puedo cambiar y estar todo el tiempo dándome cuenta qué tengo que modificar y qué tengo que aceptar. Amarse a uno mismo es un compromiso de vida. El egoísta no se toma todo este trabajo. Al egoísta no le importa lo que piensen los otros. Cuando me amo a mí mismo, escucho a los demás a ver si en algo ellos ven lo que yo no veo y siempre estoy abierto a escuchar.

Para amarse a uno mismo y amar bien al otro se requiere lo siguiente: El camino para el amor.

Sólo cuando estás bien contigo mismo puedes estar bien con los demás. Sólo cuando manejas tu soledad puedes manejar una relación. Necesitas valorarte para valorar, quererte para querer, respetarte para respetar, y aceptarte para aceptar, ya que nadie da lo que no tiene dentro de sí. Ninguna relación podrá darte la paz que tú tienes que crear en tu interior. Ninguna relación te brindará felicidad que tú no construyas. Sólo podrás ser feliz con otra persona cuando seas capaz de decirle con total convencimiento: "No te necesito para ser feliz".

Sólo podrás amar siendo independiente, hasta el punto de no tener que manipular ni manejar a los que dices amar. Sólo se produce más felicidad en pareja, cuando dos personas felices se unen para compartir su felicidad, no para hacerse feliz la una a la otra. Para amar necesitas una humilde autosuficiencia, necesitas autoestima y la práctica de una libertad responsable. Pretender que otra persona nos haga felices y llene todas nuestras expectativas es una fantasía narcisista que sólo trae frustraciones. Por eso, ámate mucho, madura, y cuando puedas decirle al otro: "Sin ti también la paso muy bien"... ese día estarás en mejores condiciones para vivir en pareja. Pero no se te ocurra agredirlo, verbalizando esto frente a él o ella, si sabes que de no comprenderlo, herirías innecesariamente sus sentimientos. No se trata de desprecio al otro. No significa que no quieres estar con tu pareja, pero no dependes de ella para ser feliz.

El amor a uno mismo implica cierto amor a la soledad. Una cosa es ser solitario (estar en ausencia de los otros, lo cual nunca es bueno) y otra es estar en soledad (estar en presencia de uno mismo). Saber estar en soledad es un arte, como aprender a vivir.

Si sé estar en soledad y puedo estar bien conmigo mismo, cuando voy al otro le llevo lo mejor de mí. En cambio, si me siento vacío, que no sé estar en soledad y que quiero que alguien llene mi tiempo y mi vida, termino dependiendo o creando dependencias con el otro.

En esta vida necesitamos a personas que se amen a sí mismas. Necesitamos personas que sabiéndose amar a sí mismas contagien la felicidad que cada uno va creando. Y si me cuesta, no busco que el otro me la dé, pero si trato de aprender del otro dándome y dándonos mútuamente para poder crecer juntos.

Todos somos alumnos y maestros. Algo vinimos a aprender y algo vinimos a enseñar. El secreto es descubrirlo. Por eso, amémonos a nosotros y preguntémonos qué vinimos a aprender a esta vida y qué vinimos a enseñar. Yo necesito de lo que tu me puedas enseñar y si estoy aquí con todo amor es por que vine a compartir lo que vine a enseñar.

Si empezamos a crear esto entre nosotros, sin esperar a que el otro me dé todo, sino también compartir lo mejor de mí, entonces seremos todos alumnos unos de los otros y maestros los unos de los otros. Cuando hagamos esto y vayamos aprendiendo a darnos a nosotros más, contagiaremos este deseo y compromiso de ser mejores.

Esto es lo que significa "Amar al otro como a uno mismo".

[Transcripción de conferencia de Roberto Pérez]

Amor a uno mismo (parte 3)

Examen:

¿Qué pasa si yo me acepto, me enriquezco y no me doy?
Soy un egoísta.

¿Qué pasa si yo me acepto, me doy pero no me enriquezco?
No tengo nada para compartir porque estoy vacío. La falta de enriquecimiento personal hace que me falte lo nutritivo para compartir.

¿Qué pasa si yo me enriquezco, me doy pero no me acepto a mí mismo?
Al no aceptarme, no me valoro y no me conozco. Cuando me doy, no doy lo mejor de mí, doy lo que el otro necesita. No soy feliz.
La persona que se enriquece y se da, pero no se acepta a sí misma vive mendigando la aceptación de los demás.
Si no me acepto a mí mismo, me doy y me enriquezco, en realidad, me enriquezco para el otro; para que el otro me quiera. Como yo no me quiero a mí, estoy necesitando que otro me quiera, entonces voy a hacer todo lo que a otro le gusta para que me quiera. Como no me acepto a mí, necesito la aceptación de otro, entonces yo me voy a enriquecer en lo que al otro le importe, no en lo que yo sienta para mi. Y vivo dependiente del otro.
Una madre que no se acepta a sí misma nunca va a ser una buena madre, porque como va a mendigar la aceptación del otro no va a poner los límites claros. Como necesita que el otro la quiera y la acepte, nunca dice todo lo que tiene que decir.
Un amigo nunca va a ser un buen amigo si no se acepta a sí mismo, porque dice cosas pero nunca dice más allá por miedo a que se ofenda y se vaya, porque necesita que lo quieran y que lo acepten. No es franco ni directo para decir todo lo que tiene que decir.
La persona que no se acepta a sí misma no sabe amar.
Si yo no me acepto a mí mismo y necesito la aceptación de mi pareja, voy a terminar haciendo todo lo que le gusta para que no me deje, para que no se vaya, para que me quiera, para que me acepte como soy; y voy viviendo mendigando la aceptación del otro, cayendo en la sumisión.
Muchas veces, para ser aceptados por su grupo, los jóvenes terminan haciendo cosas indebidas. ¿Será que los jóvenes no se aceptan a ellos mismos porque los adultos no se aceptan a sí mismos?, ¿será que los adultos les contagian una no aceptación? Qué lindo es ser feliz por ser adultos. Qué lindo poder decir que tengo la edad que tengo y soy feliz. Qué bueno demostrarles a los jóvenes que vale la pena ser adulto, no con una cara quejosa, con una cara de indigestión todo el tiempo.
¿Será que a los adultos nos falta aceptarnos como somos?, ¿será que si nos aceptamos bien a nosotros y no mendigamos la aceptación de nadie, le contagiamos a nuestros hijos que tienen que ir por la vida no esperando la aceptación de ningún grupo ni de nadie porque ellos valen por sí mismos? Si yo quiero esto para mis hijos y para los jóvenes, tengo que empezar por mi.
Por eso, cuando no me acepto a mí mismo, me enriquezco y me doy para el otro; entonces vivo para el otro, pero no soy yo y no soy feliz realmente.
Aceptarme a mí mismo me permite amar bien. A mayor aceptación, yo me enriquezco como persona para dar lo mejor de mi. No me enriquezco para el otro. No vivo para el otro. Vivo con el otro.

Ya sé qué es amarme a mí mismo, entonces ¿qué es amar al otro?

(Continuará...)

[Transcripción de conferencia de Roberto Pérez]

lunes, 7 de junio de 2010

Amor a uno mismo (parte 2)

¿Cómo pintamos el cuadro de nuestra vida?

Para poder pintar nuestros sueños tenemos que tener una actitud básica en la vida: amarnos a nosotros mismos.

¿Qué es amarse a uno mismo?... (Marcos 12, 28-34) A Jesucristo le preguntaron, ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?... Él respondió: "El primero es: Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos."

Si la medida del amor al otro es el amor a mí mismo, ¿qué es amarme a mí?

Antes, hay que aclarar la gran diferencia que existe entre ser egoísta y amarse a uno mismo. El egoísta sólo vive para sí mismo, sólo busca su propio beneficio, no le importan los otros. Y si haciendo lo que logra para sí afecta a los demás, piensa que eso es problema de los otros que no se supieron defender. Vive tratando de obtener lo más que puede para vivir de la mejor manera que pueda. Y su único interés es su propia persona, su placer y su beneficio personal. Se maneja con el interés y normalmente mira al otro tratando de sacar ventaja, tratando de ver qué le conviene.

Según Platón, amar es querer el bien de aquello que uno ama. Entonces amarme a mí mismo es querer mi propio bien, que es el desarrollo pleno de mí mismo, es comprometerme a desarrollar plenamente mis talentos y mis dones.

¿Qué tengo que trabajar en mí para amarme bien a mí mismo? amarme a mí mismo implica siempre las siguientes tres cosas o adoptar las siguientes actitudes:
1.- Aceptarme
2.- Enriquecerme
3.- Darme

Aceptarme: el amor a uno mismo empieza con la propia aceptación. La propia aceptación supone conocerme (mis virtudes/dones/fortalezas y mis limitaciones/debilidades) y valorarme. Conocerme a mí mismo implica responder tres preguntas fundamentales: ¿quién soy?... mi definición en la vida; ¿para qué estoy?... mi misión en la vida; y ¿para dónde voy?... mi sueño, lo que quiero pintar, mi anhelo del alma. Cuanto más claro tengamos estas respuestas, estamos mejor plantados en la vida. Esto es algo que uno puede revisar con el paso del tiempo y profundizar en las respuestas.
Valorarme es querer lo que soy y no siempre estar mirando lo que me falta; es no compararme con nadie; es dar gracias por lo que soy y por lo que tengo. La recomendación es: mejorar lo que soy y lo que tengo sin sufrir por lo que me falta.
Dice Shakespeare: "Gozamos poco por lo mucho que tenemos y sufrimos mucho por lo poco que nos falta".

Enriquecerme: supone alimentarme y gobernarme. Saber alimentarme física (comida), afectiva (mis vínculos, mis relaciones con los otros) , intelectual (lo que leo, lo que profundizo, lo que escucho), social (cómo entiendo lo que pasa en mi entorno) y espiritualmente (cómo voy creciendo en esa visión de lo que es divino, eterno, lo que es el sentido profundo de mi vida) es enriquecer mi vida. Dime de qué te alimentas y te diré quién eres. Hay personas nutritivas, personas anémicas (aquellas que no se alimentan) y personas tóxicas (aquellas que se alimentan de cosas que no alimentan). Cuanto mejor alimentados estamos, enfrentamos mejor las dificultades y alimentamos mejor a los otros. La persona que no está bien alimentada interiormente se la pasa hablando de los demás o de superficialidades, porque no tiene nada adentro, no tiene nada adentro qué compartir. La persona que está interiormente bien alimentada siempre te comparte lo que vive. Cuando uno se alimenta bien, siempre tiene algo para compartir. Fijemos el tiempo que le dedicamos a la alimentación. Debo aprender a gobernar mi tiempo y mi energía. Gobernar cuánto tiempo le dedico a cada cosa y qué energía pongo. No se trata de que seamos perfectos, se trata de que nos vayamos superando en aquello que más nos cuesta. En la medida en que nos conquistamos y nos alimentamos bien, gobernando nuestro tiempo y nuestra energía, nos enriquecemos como personas y enriquecemos a los demás.

Darme: supone darme a los otros. Abrirme y entregarme. Cuando yo me doy al otro creo un canal recíproco donde el otro me puede devolver. Cuando yo me doy y el otro se da, termino de aceptarme y de enriquecerme a través de lo que el otro me ve, por lo que el otro me aporta. Darme al otro, ir al encuentro del otro es para mi propio crecimiento, no solamente para el bien del otro. Es esto de dar y recibir. El que vive dándose a los otros crece porque, amándose a sí misma, comparte con los demás y aprende de lo que los otros le devuelven. En el encuentro con los demás crecemos. Cuando se comparten inquietudes, deseos, preocupaciones y siento que al otro le importo y le puedo compartir cosas interiores, el otro me ayuda a terminar de aceptarme, lo que me va enriqueciendo. Uno se conoce mejor y se enriquece mejor por lo que recibe de los demás que se aman a sí mismo. Cuando uno se abre y otro no, el otro se lo pierde. La mayoría de la gente se abre a la reciprocidad.

He aquí el secreto: Amarse a uno mismo supone aceptarse, enriquecerse y darse.

Examen:
¿Qué pasa si yo me acepto, me enriquezco y no me doy?
¿Qué pasa si yo me acepto, me doy pero no me enriquezco?
¿Qué pasa si yo me enriquezco, me doy pero no me acepto?

(Continuará...)

[Transcripción de conferencia de Roberto Pérez]

viernes, 4 de junio de 2010

Amor a uno mismo (parte 1)

El compromiso con uno mismo tiene que ver con el amor a uno mismo.
El compromiso con la vida tiene que ver con el ideal y la misión de cada uno.

Lo que hacemos en nosotros afecta a los otros y lo que no hacemos en nosotros mismos también afecta a los otros. Por eso que lo que hagamos en cada uno de nosotros es lo mejor que podemos hacer por los demás. De modo que el compromiso con uno mismo es lo mejor que podemos hacer por el compromiso de los que nos acompañan. Esto es sagrado y aplica para el mundo entero. A mayor compromiso conmigo mismo, habrá mayor compromiso con los que me rodean. Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es ser mejores nosotros. Cada conquista personal que tenemos en esa tarea, es lo mejor que podemos hacer por ellos.

Enseñamos lo que sabemos pero contagiamos lo que vivimos... ¿qué estamos contagiando?
Betty Orsini dice: "Nosotros no preparamos el camino a nuestros hijos, preparamos a nuestros hijos para el camino". Carl Jung dice: "La mayor influencia psicológica en la vida de los hijos es la vida no vivida de sus padres". Lo que más le afecta a nuestros hijos es que no estemos viviendo plenamente.

Tomas tu vida en tus manos... ¿y qué sucede?... ¡algo terrible!... no hay nadie a quien culpar.
El compromiso conmigo mismo es tomar mi propia vida en mis manos y no culpar a nadie por lo que me falta, por lo que no tengo, por lo que otro no hizo o por lo que me hicieron.

Un pintor dijo: "Yo sueño mis cuadros y pinto mis sueños". ¿No seremos nosotros pintores de nuestra vida?, ¿No sería bueno que soñemos el cuadro? Si yo sueño el cuadro de una vida mejor para mí y para mis seres queridos, si yo sueño el cuadro de un mundo mejor, después, cotidianamente, estoy pintando mis sueños.

¿Cómo pintamos el cuadro de nuestra vida? (Continuará...)

[Transcripción de conferencia de Roberto Pérez]